La muerte de Naomi Judd debe servir como llamada de atención sobre la salud mental
Naomi Judd se convirtió recientemente en la última persona de alto perfil en perder su batalla contra una enfermedad mental. Trágicamente, otras personas destacadas, sobre todo tres atletas universitarias de prestigiosos programas de la División I, también fueron víctimas de esta enfermedad.
Mientras mejora nuestra concienciación colectiva sobre los problemas y las causas de la salud mental, debemos hacer más para salvar vidas.
Varios estudios muestran que el aumento de los problemas de salud mental entre las personas y las familias comenzó antes de la COVID, con posibles razones como el uso generalizado de las redes sociales y otros factores. La pandemia contribuyó sin duda a agravar el problema, ya que las personas se alejaron de sus actividades habituales e interactuaron menos con amigos y familiares.
Según la Kaiser Family Foundation, aproximadamente cuatro de cada 10 adultos estadounidenses informaron estar ansiosos o deprimidos durante la pandemia, aumentando de uno de cada 10 adultos reportados entre enero y junio de 2019. Otro estudio de la institución sin fines de lucro descubrió que muchos adultos informaron tener dificultades para dormir o comer, una mayor tasa de consumo de alcohol o abuso de sustancias, y un aumento en las afecciones crónicas debido a la preocupación por el COVID.
Además, hemos visto estudios que muestran un número cada vez mayor de estudiantes de 9º y 11º grado que declaran tener sentimientos relacionados con la depresión. Sin duda, existe la necesidad de servicios de salud conductual tanto para adultos como para adolescentes y niños.
Sugeriríamos que ha llegado el momento de tomarse más en serio la atención a las personas que padecen una enfermedad mental antes de que se manifieste en una crisis para ellas. Hay una mayor aceptación de la idea de que la enfermedad mental es una condición médica y no un reflejo de la voluntad o el carácter de una persona.
Esta tendencia puede explicar en parte el aumento de los casos notificados. Esperamos que demuestre por qué no debemos esperar a experimentar un problema de salud mental, una enfermedad o una emergencia para pedir ayuda. La concienciación puede empezar por conocer los signos y síntomas más comunes que repercuten negativamente en nuestro nivel de funcionamiento actual.
También debemos abordar la equidad en la atención a la salud mental. Cuando empezó la pandemia de COVID-19, quedó claro que determinados grupos demográficos, sobre todo los rurales, los de bajos ingresos y las minorías raciales, tenían más dificultades para obtener estos servicios.
Estas personas también se enfrentan a dificultades para centrarse en el bienestar mental sin una vivienda estable o seguridad alimentaria. No podrán ausentarse del trabajo por motivos económicos. Es posible que no cuenten con el apoyo social necesario para buscar atención y que existan estigmas culturales en su neighborhood sobre la búsqueda de terapia o atención psiquiátrica.
Para contrarrestar estos obstáculos, nosotros, como proveedores de salud mental, debemos ampliar la telesalud y otros servicios de divulgación para llegar a los pacientes que no disponen de transporte fiable, viven en comunidades rurales o tienen diferentes factores limitantes. De este modo, se podrá personalizar la atención en función de las preferencias individuales y la conexión para facilitar el progreso terapéutico.
Además, debemos fomentar un sistema de atención en el que la conexión con los demás siga siendo una prioridad. Este enfoque debe incluir la educación en salud mental y la disponibilidad de actividades alternativas que promuevan la salud física y psicológica, como clases de cocina o grupos de senderismo. Fomentaríamos un programa de atención integral que incluya una revisión anual de la salud mental y un examen físico anual para detectar problemas de salud mental y acontecimientos ocurridos el año anterior que puedan haber afectado al funcionamiento diario pero que no se hayan abordado.
Afortunadamente, tenemos una oportunidad mucho mayor de hacer de la salud mental un servicio general. Hagámoslo juntos, aunque sólo sea para honrar la memoria de quienes sucumbieron a esta enfermedad.
Gabriel Rodarte, MD, y Jennifer Woodworth, Psy.D, son el director médico de salud conductual y la supervisora de servicios psicológicos de Neighborhood Healthcare, una organización sanitaria comunitaria sin ánimo de lucro que presta asistencia en los condados de San Diego y Riverside.